Por: Daína Caballero Trujillo.
Un año de extrema violencia ha dejado heridas profundas en la vida de cada palestino y en una sociedad entera, su cultura, idiosincrasia, derecho a la soberanía y autodeterminación.
Miles de muertos, millones de desplazados, decenas de rehenes y una infraestructura en ruinas conforman el escenario de destrucción inédito en la historia más reciente.
Las víctimas alcanzan todas las capas de una sociedad: niños, mujeres, ancianos, hombres, trabajadores humanitarios, médicos, periodistas.
La barbarie de la mano de intereses mezquinos y ansias de poder imperial han decidido exterminar y colonizar el buen vivir de la humanidad moderna; y buena parte del mundo se queda mudo, inmóvil, mira al lado, decide no opinar. Solo unos pocos hacen de la palabra ‘resistencia’ el símbolo de lucha que les mueve para alzar la voz por la paz y contra la injusticia.
Un genocidio en números
La crisis humanitaria se agrava cada día en el Medio Oriente y el futuro se muestra sombrío entre amenazas, bombardeos e incertidumbre.
En un año de guerra, cerca de 42 mil personas han sido asesinadas en la Franja de Gaza por los ataques del Ejército de Israel, lo que significa, según los datos recabados, que a diario aproximadamente 115 personas han muerto en Gaza debido a los ataques y que un estimado de cinco personas han sido asesinadas cada hora.
Una madre bajo los escombros y el lodo con su cría en brazos, ambas muertas. Esta ha sido una de las muchas imágenes que ha dado la vuelta al mundo y que deja asombro entre quienes miran. Sin embargo, es solo una de los miles de madres y niños cuyas vidas han sido arrebatadas por los intereses imperiales.
La organización Save The Children estimaba en enero que 10 niños por día han perdido extremidades desde que comenzó la guerra.
Asimismo, los informes de las Naciones Unidas sobre los infantes y los conflictos armados de los últimos 18 años muestran que ningún otro ha asesinado a un número mayor de niños en un año, estimando más de 16 mil 500.
En tan solo 12 meses, el seis por ciento de la población de la Franja de Gaza ha muerto o ha sido herida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y cerca del 60 por ciento de las víctimas son mujeres y niños.
Por otra parte, nueve de cada 10 gazatíes han tenido que desplazarse de sus hogares al menos una vez desde que comenzó el conflicto. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), casi 2 millones de los 2,4 millones de habitantes del enclave palestino han tenido que abandonar sus hogares.
El silencio informativo que también han intentado imponer quienes perpetran el terror en todas sus formas en esta masacre de la libertad que es la guerra contra Palestina, ha sido otra muestra de la violación en toda regla de los más básicos derechos humanos.
En este sentido, al menos 116 periodistas han sido asesinados, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ); lo que convierte este conflicto bélico en el más mortífero para los comunicadores desde que dicho centro comenzó a recopilar datos en 1992.
Por su parte, el conteo de Reporteros Sin Fronteras, habla de más de 130 periodistas palestinos asesinados en un año, de los cuales al menos 32 fueron atacados mientras realizaban su labor.
Israel ya no solo lanza bombas desde el aire, ahora también juega a ser dueño y señor de cada espacio y cada vida. Así despliega una nueva fase de destrucción en el norte de Gaza, donde impide la entrada de ayuda humanitaria, expulsa a la población, ordena el cierre de hospitales y dispara a civiles. Relatores y expertos hablan de genocidio, pero ¿qué hacemos?
Que el silencio no sea cómplice
Delante de nuestros ojos, mientras hablamos, escribimos, caminamos, vivimos, las fuerzas israelíes están cometiendo otra masacre. La gente es asesinada, tanto en grupos como de uno en uno, selectivamente, con armas fabricadas en Occidente y con apoyo occidental, en especial de los Estados Unidos.
El derecho internacional humanitario se está erosionando ante nuestros ojos bajo el peso de estos poderosos golpes, asestados además por un gobierno que trata de solapar su dependencia y continua obediencia de otros focos imperiales ya bien experimentados en guerras y masacres de este tipo.
Y sí, el mundo sabe lo que está haciendo Israel, conoce los daños y las consecuencias, sabe de violaciones internacionales y derechos suprimidos a la fuerza pero hace muy poco para detenerlo.
Defender a Palestina y su derecho a la vida, a su independencia, es proteger el derecho a la existencia. Es una batalla crucial entre el fascismo, el colonialismo, el sionismo y el derecho a la soberanía y la diversidad cultural y étnica.
«Palestina duele, y nos tiene que doler todos los días que no hagamos algo por ella. Allí se define hoy la lucha mundial por la justicia y la dignidad. Sobre quienes se empeñan en permanecer indiferentes caerá el peso de la historia. Cuba seguirá en el bando de los inconformes», expresó el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en su cuenta en X, tras reunirse con jóvenes estadounidenses y palestinos, en junio pasado.
Las palabras del mandatario se traducen en el sentir del pueblo cubano, de hombres y mujeres que también conocen de guerras y asedios, de irrespeto a su condición suprema de libertad.
Desde hace un año Cuba grita por Palestina, hoy lo hará también sabiendo que es un grito que entraña dolor profundo pero que se vuelve rebeldía, fuerza y resistencia.